El segundo de los tres factores que inciden en el correcto valor de exposición de una foto, el diafragma (recuerdo que los otros dos son la velocidad de obturación y la sensibilidad del sensor) es, de alguna manera, el gran olvidado en la fotografía de acción y deportiva.
Como sabemos, el diafragma, aunque realmente hay que decir apertura del diafragma, indica la intensidad de luz que llega hasta al sensor de la cámara. La apertura del diafragma, denominada también número «f» pueden ser pequeñas (números «f» altos: f30-f22-f20-f16…) o grandes (números «f» bajos: f2.8-f4.5-f5.6…) Por tanto, a mayor apertura más luz incide en el sensor, pero cuidado cuando uséis las aperturas mayores (f bajos) de la cámara pues seguramente aparecerán distorsiones en la imagen debido a aspectos puramente técnicos de los objetivos. Por lógica, el diafragma está asociado a la velocidad de obturación de la cámara, de forma que en condiciones normales la variación de uno de ellos implicará una variación «similar» del otro, pero en sentido contrario. Hablar del diafragma comporta hacer referencia de otro concepto de vital importancia en la fotografía: la profundidad de campo.
La profundidad de campo se aplica a la zona de nitidez aparente de la imagen. La denominamos aparente porque el único punto nítido puro es aquel donde la cámara enfoca, y tanto por delante como por detrás de él la nitidez ya no será del 100%. De todas formas, es posible que esté tan cerca de este porcentaje que a simple vista nos lo pueda parecer.
Aunque la profundidad de campo viene determinada por el diafragma, el tipo de objetivo y la distancia de la cámara al sujeto, nosotros vamos a concentrarnos en los efectos causados por el diafragma. Si lo abrimos -recordemos: números f menores-, disminuye la profundidad de campo, y si lo cerramos, aumenta. Esto al principio parece muy lioso, pero con un poco de práctica se convierte en algo muy simple.
El desenfoque, puerta abierta a la creatividad
Una de las diferencias que hay entre fotógrafos «amateurs» y fotógrafos avanzados es el uso creativo de la profundidad de campo. Los fotógrafos más novatos piensan que una foto es buena si todo esta nítido, es decir, que tenemos profundidad de campo desde el primer plano hasta el infinito, independientemente del tipo de foto que estemos haciendo. Esta certeza puede ser correcta en caso de paisajes, por ejemplo, donde no hay un plano que tenga especial relevancia sobre los demás.
Sin embargo, en los retratos la profundidad de campo y el desenfoque diferencian una foto con fuerza de una foto plana. La mejor forma -y muchas veces la única- de llamar la atención del espectador sobre un punto concreto es dejar ese punto nítido y desenfocar todo lo demás.
La mejor forma de emplear con profesionalidad el desenfoque es usando el modo manual, aunque para empezar será mejor que usemos la prioridad a la apertura. Este modo es sencillo y práctico: a una apertura que nosotros fijamos, la cámara elige la mejor velocidad de obturación. Así, podemos seleccionar un diafragma muy abierto para desenfocar un fondo y olvidarnos de él. Aunque parece sencillo, hay que tener un ojo puesto en la velocidad de obturación, pues si hay carencia de luz la velocidad puede ser demasiado lenta y si no nos damos cuenta aparecerán trepidaciones en la imagen (vibraciones que se traducen en escena poco nítida)
Pero las grandes aperturas no son el fin del mundo, los diafragmas cerrados también tienen su utilidad. Nos permiten, por ejemplo, reducir la intensidad de la luz que llega al CCD, forzando a la cámara a usar velocidades de obturación lentas para poder captar el movimiento en la toma.
Además, y siguiendo con la profundidad de campo, los diafragmas cerrados nos darán nitidez en una amplia zona de la imagen. Esto nos es útil para fotos donde ningún plano prevalece sobre el resto, como puede ser un paisaje o una foto de un gran grupo de personas. Pero por si fuera poco, un diafragma cerrado nos va a permitir hacer con facilidad tomas de sujetos que se acercan o alejan de nosotros. Esto lo lograremos porque aunque tardemos en disparar después de enfocar y el sujeto haya variado su posición, aún seguirá (depende de lo cerrado que esté nuestro diafragma) en zona de nitidez. El diafragma lleva a un mundo que a vosotros os toca descubrir.
El diafragma funciona de forma similar al ojo humano, podéis hacer la prueba. Poned vuestro dedo delante de la cara, tratad de enfocarlo con los ojos abiertos del todo. De esta manera veréis perfectamente nítido vuestro dedo pero completamente desenfocado el fondo. Si empezáis a cerrar poco a poco los ojos sin dejar de enfocar vuestro dedo podréis comprobar como poco a poco el fondo lo empezais a ver con más nitidez.
Deja tu comentario