Resulta contradictorio hoy en día; pero dos elementos como la noche y el frío llegan a conformar, conjuntado ambos, un ambiente que envuelve de encanto los rallyes. Los rallyetrastornados somos de otra pasta, cuando las condiciones se vuelven más adversas mas disfrutamos. Es una especie de masoquismo difícil de explicar. Hace tiempo que ya dejé de intentar que me entiendan. Es imposible, te miran con caras raras cuando les cuentas en qué condiciones has estado disfrutando en algunas ocasiones: lejos de cualquier sitio, sin visibilidad, abrigado hasta los dientes sin apenas movilidad, en algunas ocasiones mojado…»¡joder, tú no estás bien de la cabeza!» Es lo máximo que llegan a decirte.
Esta foto que añado hoy no cumple algunas de las adversidades antes referidas, aunque sí que hacía un viento que acentuaba la sensación de frío. No hay lluvia, ni lejos de cualquier sitio (es justo a la salida de Olula del Río y se llega andando desde el pueblo) pero si que me evoca buenos recuerdos. Probablemente porque mis primeros rallyes los asocio precisamente a estos dos elementos: la noche y el frio. La noche estaba muy presente en aquellas carreras de los años 80 e incluso de principio de los 90 y esto dejó huella en los aficionados de entonces.
Me encantan los rallyes que tienen tramos nocturnos, no puedo evitarlo: las luces de las parrillas deambulando por el horizonte cuando se ven a lo lejos, las texturas y contrastes que estas dibujan en el entorno cuando ya está el coche encima tuyo; el sonido de los motores en el silencio de la noche. La falta de visibilidad te acentúa otros sentidos como el del olfato y el oido y aprecias olores y sonidos que antes ni percibías eclipsados por nuestro sentido estrella, la vista.
En una sociedad que cada día busca la mayor comodidad cuando presencia un espectáculo….. los rallyes de noche son un manjar que no está al alcance de cualquiera.
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